jueves, 25 de noviembre de 2010

Para el Banco Mundial, mejoró el clima de negocios en la región

América latina mejoró en 2010 su clima de negocios de cara a 2011 según el último informe del Banco Mundial y de la Corporación Financiera Internacional denominado Doing Business 2011.

El trabajo concluye en que 12 de las 20 economías latinoamericanas introdujeron cambios en sus mecanismos regulatorios para lograr la mentada facilitación comercial y mejorar el clima de negocios.

Perú, el nuevo “mejor alumno” según el establishment internacional de inversores y economistas que siguen de cerca la región, escaló 10 posiciones y se ubicó en el puesto número 36 entre las 183 economías del mundo en cuanto a facilidad para hacer negocios.

La “ventanilla única”, el mecanismo por excelencia propuesto por el Banco Mundial para materializar la facilitación de los negocio, fue la acción que ubicó a Perú por encima incluso de cualquier otro país. Perú también facilitó el comercio exterior vía la digitalización y el intercambio electrónico de datos a través del soporte de Internet.

"En todo el mundo, las buenas prácticas en materia regulatoria se basan en el uso de herramientas tecnológicas", señaló Sylvia Solf, autora principal del informe. "La tecnología facilita el cumplimiento, lo hace menos costoso y lo hace más transparente".

Por su parte, Chile ascendió también 10 posiciones –del puesto 53 al 43- gracias a un nuevo sistema on line para el registro de empresas y el fortalecimiento de los mecanismos de protección de los inversionistas. Asimismo, Brasil mejoró la coordinación tributaria entre las distintas autoridades en materia fiscal en los ámbitos federal y estadual.

A su vez, México se ubicó en el puesto 35. Fue la economía que lideró dentro de la región en cuanto a la creación de un ambiente amigable para los negocios.

Cabe destacar que el informe no analiza cuestiones vinculadas a la estabilidad macroeconómica, la solidez del sistema financiero o los grados de corrupción de una economía en particular, sino más bien las políticas públicas cuyo impacto directo se nota en los niveles de burocracia y transparencia.

Según el Banco Mundial, entre las 40 economías que más han avanzado en los últimos cinco años en esta medición figuran China, Egipto, Nigeria e India, países que reúnen, en conjunto, más del 40% de la población mundial.

Colombia y Perú figuraron también entre las economías que más han hecho por mejorar sus sistemas de regulación empresarial.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Las pymes auguran un buen 2011

Como cada año, el integrador de soluciones logísticas norteamericano UPS, presentó su relevamiento anual de expectativas de los ejecutivos de pequeñas y medianas empresas de toda América latina, el UPS Business Monitor Latin America, realizado por TNS Gallup.

Durante dos meses, más de 800 empresarios dan cuenta de cuál es la sensación térmica percibida para los negocios en 2011. Los resultados fueron contundentes: la economía está mejor en 2010 respecto de 2009, y las proyecciones son más que interesantes para 2011.

Este tipo de informes, que pretenden ser lo menos subjetivos posibles, son claves para los tomadores de decisión e, incluso, deberían serlo también para los políticos.

Que una región como América latina -castigada históricamente por ser la de mayor desigualdad de todo el mundo, y tratada siempre con cierto menosprecio y hasta subestimación por las potencias desarrolladas- ahora esté en boca de todos como el área donde conviene hacer negocios no es mérito solo del poder de compra de materias primas de Asia, ni de la adopción de recomendaciones de las entidades multilaterales de crédito, ni de la suerte.

Tal vez haya sido una cuestión de “tiempos”, y ahora le toca a la región saber capitalizar el potencial que enfrenta.

El 80% de los entrevistados por la encuesta de UPS convino en que su situación mejorará en 2011. Esto es un dato sobre el empleo: crecimiento significa un negocio escalará, y para eso habrá apuestas: inversiones en capital y en recursos humanos.

El consenso económico actual –que debió mancillar la teoría económica neoliberal y de neto corte capitalista que dominó el escenario en la década del 90 y que ahora enfrenta límites para mantenerse vigente- señala que son los números de creación de nuevos puestos de trabajo los que hay que ver en todo el mundo para determinar la salida de la brutal crisis.

No es lo mismo que baje el desempleo a que se creen empleos nuevos. El primer concepto puede esconder los subsidios de los Gobiernos, mientras que el segundo revela que el entramado privado está empezando a moverse de nuevo.

Si América latina promete crear nuevos empleos, ese es el signo visible de que el crecimiento es real. Y puede, también, traer aparejado un mayor valor agregado en la oferta productiva.

El comercio exterior, una de las áreas que mayor énfasis tiene en cuenta el relevamiento, demuestra ser uno de los sectores económicos de mayor vigor. Los empresarios pymes latinoamericanos señalaron como mayor desafío la búsqueda de socios estratégicos en el exterior y la prefinanciación de exportaciones.

Nuevamente, Brasil es a América latina lo que China al Asia: el desarrollo del campeonato mundial de fútbol en 2014 y de los Juegos Olímpicos en 2016 conforman una catarata de negocios del que se beneficiará absolutamente toda la región.

martes, 23 de noviembre de 2010

La industria forestal argentina busca despegar

Si de potenciales desaprovechados puede atestiguar la estructura productiva exportadora argentina, la industria forestal es uno de ellos.

Pero lo más curioso es que también la industria forestal es víctima de una comunicación deficiente que impide que la opinión pública se forme una idea positiva sobre este desarrollo y, aunque no presione, al menos no se oponga “ideológicamente”:

Por ejemplo, datos del sector en el país dan cuenta de que genera medio millón de empleos, entre directos e indirectos, en zonas caracterizadas por la migración de mano de obra a las grandes ciudades.

En segundo lugar, es una actividad sustentable y amigable con el medio ambiente ya que a diferencia de otras actividades extensivas, la forestación conserva suelos y su producción no es contaminante.

Por último, la industrialización de la forestación es ineficiente: sólo la mitad de los 20 millones de metros cúbicos de producción llega a la etapa de procesamiento.

El sector forestal reclama por que le permitan desplegar todas las posibilidades que puede ofrecer. Hoy participa con 2% del producto bruto, y podría duplicar su parte si lograra una superficie de 5 millones de hectáreas de bosques cultivados.

En un mercado preocupado por la sustitución de importaciones y la promoción de exportaciones de mayor valor agregado y de la diversificación de la canasta de productos comercializados en el exterior, el sector forestal se presenta como el eslabón inicial de una cadena productiva riquísima en empleo y en valores unitarios, como el de la madera-mueble.

¿Qué significa contar con volumen disponible y materia prima barata en el principio del eslabonamiento? Que se puede optar por productos seriados, masivos y de bajo precio tanto como productos con diseño y tecnología aplicada.

Para ello no hay muchos secretos. Las inversiones, monitoreadas por el Estado, son claramente claves. Para que llegue el financiamiento sectorial los empresarios del sector reclaman que se modifique la carga tributaria y un mayor apoyo del Estado.

¿Cuál es el punto de partida entonces del potencial forestal argentino? Los recursos naturales, los bajos costos relativos de producción y un mercado interno con crecimiento sostenido.

Y un dato no menor: la disponibilidad del agua.

Esa crisis genera mucha incertidumbre pero también es un nicho de oportunidades para los inversores. Y América latina es una de las regiones que pueden salir beneficiadas”.

En este sentido, el especialista destacó el rol que está jugando la creciente demanda proveniente de China.

Las inversiones extranjeras en el sector forestal en toda la región latinoamericana llegaron, en 2009, a nada menos que 900.000 millones de dólares.

El acuerdo logrado con el Club de París por parte del Gobierno nacional, tantas veces indicado como válvula necesaria para reactivar las inversiones externas, se concretó finalmente en estos días. Y el sector forestal es uno de los casos testigo para ver cómo evoluciona ese flujo de capitales externos en el país.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Lo que los números connotan

Algún profesor de estadística de alguna universidad habría dicho que “a las estadísticas hay que ahorcarlas hasta que confiesen”.

Puede que sea una leyenda urbana, pero no por eso la ironía carece de cierta verdad: un mismo número puede servir para decir dos cosas distintas. Y el color político de quien los utiliza los llena de uno y otro significado.

Por ejemplo, decir que el 80% del comercio automotriz es con Brasil le sirve al Gobierno como argumento de cómo la integración llegó a tal nivel con uno de los nuevos países “sensación” del mundo, y al mismo tiempo para hablar de cómo se diversifican las exportaciones y cómo la industria coopera en ese sentido.

Para los que están en la vereda de enfrente del Gobierno, en cambio, se inclinan por calificar esto como una nueva dependencia de un mono-cliente, y que con esto se desatienden mercados que se habían abierto en su momento, como el de México.

Nuestra conclusión es que los Estados (argentino, brasileño, mexicano…) no venden autos, sino que lo hacen las automotrices. Las terminales deciden planes de expansión y retracción, de integración productiva en función, siempre, de la máxima rentabilidad y de los contextos estructurales más favorables.

El caso de la industria automotriz es el mejor referente de las exportaciones argentinas actuales. El Gobierno anunció recientemente que la balanza comercial con el principal socio del Mercosur logrará un nuevo techo: US$ 34.000 millones. De ese volumen, el 80% corresponde a un intercambio de productos industriales.

Quienes prefieren detractar la política oficial señalan que, en cambio, las exportaciones con la Unión Europea cayeron en importancia de un 20% histórico a un 15%. No ven con buenos ojos la caída de participación del principal cliente (como un todo) de la Argentina. Y mencionan, a colación, el cese de embarques de carne vacuna, por ejemplo.

En cada declaración oficial y de la oposición se dejan entrever al menos dos modelos diferentes de matriz productiva y exportadora argentina: la oficial, industrialista, que señala que la Argentina es capaz de fabricar a gran escala e incluso exportar prácticamente cualquier producto industrial (y las medidas de desaliento a las importaciones reflejan tal declaración), y la opuesta, que prefiere que la Argentina profundice sus capacidades y recursos naturales, las mentadas “ventajas comparativas”, para transformar al país en un “supermercado” de alimentos.

Así, se hacen eco del reclamo europeo, que pide “carne”, por ejemplo. Lo que no dicen es que Europa siempre impondrá su poder de compra y determinará siempre el mínimo valor agregado a la producción argentina porque –salvo por el dulce de leche, tal vez- no hay alimento argentino que no tenga un homólogo europeo amparado por la política agrícola común (PAC).

De ahí que se fogonee el intercambio con Brasil, administrado como es, a través de acuerdos sectoriales privados que se hagan eco de la integración productiva querida por ambos gobiernos.

Brasil es hoy, para la Argentina, la principal fuente de inversión extranjera, y recibe el 10% de toda la inversión que Brasil realiza en el mundo. Son unos 5000 millones de dólares. Además, estas cadenas regionales de valor que de a poco pero de manera sostenida emprenden la Argentina y Brasil son las que le dan vida al Mercosur.

Además de la industria automotriz, otras cadenas complementarias entre ambos países son la de autopartes, la del calzado y la industria textil, la del cuero, la de los materiales de la construcción, y la del petróleo y gas.

Nuestra percepción es que todavía es una relación en pañales. Brasil, por ser el socio natural mayor, debe continuar con su senda de inversiones en los países del Mercosur, no sólo en la Argentina. Brasil necesita a todos y cada uno de los países del Mercosur para legitimar todavía más su posición de liderazgo regional y, en un mediano plazo, su rol de interlocutor global.

viernes, 12 de noviembre de 2010

El revisionismo comercial en la región y la nueva agenda de los Gobiernos

Hasta fines de la década del 70, el crecimiento latinoamericano se basó en la negación del comercio como estrategia de crecimiento. Se creció, sí, pero no sobre la base de un modelo sustentable porque la premisa parecía ser la protección de las industrias nacionales respecto de la importación.

Con muy baja tasa de inversión en tecnología para bajar los costos de producción, más el intervencionismo gubernamental, se entró en los 80 con severas crisis fiscales y una productividad prácticamente estancada.

Cierta mejora hubo, es cierto, con las aperturas unilaterales posteriores porque implicó, del aislacionismo del que se venía, una incipiente participación (o un regreso) en el comercio internacional y el retorno del crecimiento.

La historia comercial latinoamericana demostró que los extremos (cierre de fronteras para proteger las industrias locales, y apertura generalizada a las importaciones) no son sanos: permiten a corto plazo mover las agujas, pero si no se toman medidas de largo aliento el crecimiento logrado no se puede sostener.

La apertura de los 90 dejó como resultado que los sectores que estuvieron más expuestos al comercio internacional tuvieron un desempeño productivo relativo mejor que los sectores protegidos. Siempre en comparación con el estancamiento de la década anterior.

Hubo de hecho cierta diversificación de las exportaciones, dato que los especialistas destacan como estratégico para no depender de la volatilidad del precio de los commodities. Nuevamente, para hacer sostenible esta nueva situación, la participación en la economía internacional no debe provenir sólo del comercio exterior, sino de un mayor ingreso de los capitales externos que financien la innovación y el agregado de valor.

Sigue vigente, no obstante, la pregunta sobre si la apertura comercial funciona. Los organismos multilaterales de desarrollo económico y de crédito “vendieron” la idea de la apertura comercial irrestricta en los 90 como modelo de crecimiento productivo y desarrollo.

Pero en el mismísimo Banco Interamericano de Desarrollo (BID) comenzaron algunos teóricos a reflexionar, con algo de revisionismo histórico, respecto del aperturismo. Y señalan que no existe evidencia empírica ni teórica que sostenga que la apertura comercial pueda resolver todos los problemas de desarrollo en América latina.

Tal vez fue un error de los gobiernos. Tal vez no impusieron normas de control y dejaron todo librado al “azar de los mercados”. Nada reemplaza al rol del Estado, a los buenos gobiernos e instituciones.

Y en este punto, cada Estado debe ser consciente sobre los costos que enfrenta el comercio. Durante mucho tiempo, la única política activa oficial respecto del comercio fue negociar barreras arancelarias. En el nuevo comercio, las barreas están en los nuevos costos: aduanas ineficientes, limitado acceso a la información comercial y un crédito esquivo.

Los gobiernos tienen una nueva agenda para intervenir: no tanto del lado de la protección, sino de la facilitación comercial, de la simplificación de los trámites que hacen al comercio y de la regulación de los servicios de transporte. Hoy, si se deja que los fletes se fijen afuera, por más que se hayan eliminado los aranceles, nuevos costos encarecerán el comercio.

Un ejemplo: en una exportación desde América del Sur a los Estados Unidos, el 20% del valor de esa venta está explicado por tiempos operativos y fletes, y sólo el 8% por los aranceles.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Las pymes, los bancos y el necesario desarrollo estructural

Aprovechar la coyuntura para dar lugar al postergado desarrollo estructural socioeconómico, de forma orgánica, en toda América latina. Ese fue el mensaje que escucharon más de 1500 ejecutivos de bancos de 45 países latinoamericanos, europeos y asiáticos, que se dieron cita en Punta del Este, Uruguay, a principios de noviembre, para celebrar la 44° Asamblea Anual de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban).

Imposible fue aislarse o dejar de comentar el tendal que dejó la crisis y que tuvo al sistema financiero como lastimoso protagonista. No obstante, y a partir de la fuerte presencia latinoamericana –una de las pocas regiones que creció en 2009, y que lo sigue haciendo en 2010, a razón de 5,2% según las últimas cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal)-, los discursos tendieron a mirar más hacia el futuro.

La región está mejor de lo que pudo estar nunca”, señaló el secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, al tiempo que pidió moderar tanto las visiones optimistas como las pesimistas.

Bancos y América latina tienen algunas asignaturas pendientes. El acceso masivo al crédito para las pequeñas y medianas empresas (pymes), a tasas razonables, plazos generosos y cláusulas no restrictivas es una realidad que se le niega a la región.

Las pymes son el motor de las economías desarrolladas. Son las que generan mayor cantidad de empleo. Y son el sinónimo de valor agregado, innovación y flexibilidad en comparación con las megaempresas.

Podrá haber diferencias en su categorización (cantidad de empleados, facturación) a lo largo del globo, pero lo común en Italia, España, incluso Estados Unidos y América latina, es que las empresas de menor porte son las que hacen más virtuosa la economía.

No obstante, su acceso al crédito, en países como la Argentina, por ejemplo, no es sencillo: continúa instalada la costumbre de pedir las “historias crediticias”, los balances, para abrir una carpeta, en lugar de flexibilizar el juicio sobre cómo se hicieron las cosas en el pasado para priorizar, en cambio, las proyecciones de negocios, la prospección futura que tiene el empresario que acude al banco para capitalizarse.

En el pasado, los bancos han preferido financiar al sector público (a los distintos gobiernos) o incluso compiten por financiar el consumo masivo. Pero la banca de desarrollo económico, que inyecte fondos blandos (y ayude a las pymes a capacitarse para poder aplicar a los mismos) no está extendida salvo contados casos.

Esto podría amenazar el gran futuro inmediato que tiene la región de la mano del ciclo de crecimiento que está protagonizando.

Por ahora, la gran demanda internacional tracciona las economías latinoamericanas.

Pero es necesario que estas economías tomen movimiento propio. Lograr que la oferta “empuje” con más fuerza y vigor de lo que la demanda “arrastra”.

En esto reside la diferencia entre que vengan a comprar y salir a vender. Y en este sentido, los bancos tienen un rol fundamental, necesario e irremplazable en las inversiones productivas.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La realidad mediterránea de Bolivia y Paraguay

Sin dudas la realidad “mediterránea” de los países puede ser una contra a la hora de desarrollar su inserción internacional a través del comercio exterior.

La historia, además, está llena de casos de “naciones-potencias” gracias a sus poderosas flotas. Los barcos no sólo eran armas de guerra y colonización, sino “canales” de comercio exterior. De ahí el concepto de “marina mercante”. Lo son aún hoy: en todo el mundo, el 90% del comercio se materializa por vía marítima.

Para aquellos a los que la naturaleza, la política y la historia les reservó una ubicación mediterránea, la logística del transporte es un desafío todavía hoy. Las naciones más avanzadas desarrollaron al máximo la navegación interior fluvial para llegar a los puertos de sus vecinos con costas oceánicas.

En América latina, Bolivia y Paraguay, corren esta suerte de encierro. Una parte importante de la pobreza estructural tiene que ver con los mayores costos que enfrenta su comercio exterior.

Bolivia y Paraguay, no obstante, tienen hoy con qué llamar la atención: las reservas de litio del primero (el 50% de las reservas globales) hacen que desde las automotrices hasta las compañías de software operen de manera proactiva para lograr sacar ese insumo rápido y de la forma más barata posible; y Paraguay viene desarrollando una agricultura eficiente de forma muy rápida, y se está posicionando además como proveedor de carne de peso.

Una institución que tal vez no tiene toda la prensa debida en América latina es Iirsa, la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana, que funciona en el seno del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y analiza a fondo las necesidades de desarrollo de los pueblos latinoamericanos.

Con financiamiento disponible, pero que otorga según las prioridades, Iirsa podría hacer los esfuerzos necesarios para viabilizar la construcción de un puerto de aguas profundas en el Uruguay, en el marco del Urupabol (Uruguay, Paraguay y Bolivia), una mesa de debate donde se trató el tema a nivel de cancilleres.

Uruguay, lo dijimos aquí varias veces, quiere posicionarse como el enclave logístico por excelencia del Mercosur, y enriquecerse con la provisión de este tipo de servicios. Y su ubicación es clave, gracias a la hidrovía Paraná-Paraguay y al río Uruguay, para poder funcionar como autopista para la entrada y salida de productos a Bolivia y Paraguay.

lunes, 1 de noviembre de 2010

El rol de las aduanas en el comercio exterior

Son muchos los andariveles por los que viaja el comercio exterior de un país.

Está, por ejemplo, el principal, que tiene que ver con la política que define cada Estado: promover una canasta de sectores, con ayuda financiera y protecciones arancelarias.

Está el otro, que tiene que ver con la cultura crediticia de cada mercado: no hay proyecto empresario exportador que pueda sustentarse eternamente sobre la base del autofinanciamiento. Sin bancos ni mercado de capitales, con líneas innovadoras y avales suficientes, la escalada productiva se complica.

Está aquel que tiene que ver con la infraestructura física y la correcta instrumentación de las políticas intermodales: sacarle el jugo a los distintos modos de transporte, a los más eficientes por modo, distancia y tipo de cargas (por ejemplo, los granos por vía marítima; las frutas perecederas, por avión). Y la inversión en rutas, vías y dragados.

Y por último, y casi volviendo al primer punto, está el de la facilitación del comercio: a menos trámites burocráticos, instancias de permiso y autorización y mayor tratamiento “espejo” (regional/global) entre los distintos departamentos gubernamentales que hacen a la entrada y salida de productos, más facilitación del comercio.

En este sentido, las aduanas de los países cumplen un rol clave. Hay países que aprovechan estas dependencias como meros organismos recaudatorios. Otros, que potencian su rol de control de la evasión, el fraude marcario y la lucha contra el narcotráfico.

En realidad, las aduanas tienen que cumplir con todos estos roles y, encima, hacer fluido el movimiento de mercaderías, casi como socios de los importadores y exportadores.

En estos días, los agentes de aduanas de 20 países de América latina, España y Portugal se reunieron en Lima, Perú, para buscar los mecanismos de acuerdo para integrar en tiempo real la información de comercio exterior.

Fue durante la 41° Asamblea General de la Asociación Internacional de Agentes Profesionales de Aduana (Asapra). Allí, el secretario general de la Organización Mundial de Aduanas (OMA), el japonés Kunio Mikuriya, sostuvo que las autoridades aduaneras deben cooperar con el sector privado para crear una red global que permita el ahorro de los extracostos, facilite el intercambio de mercaderías y, a la vez, garantice la seguridad de las operaciones.

jueves, 28 de octubre de 2010

Brasil y su segunda ola de exportaciones

Brasil ascendió al 8° lugar en el concierto de naciones más poderosas. Se dijo mucho de su creciente papel de líder global y su rol entre los emergentes. Y una mirada detallada de su comercio exterior sorprende y convalida este ascenso sostenido de la principal economía latinoamericana.

Entre enero y septiembre, las exportaciones de Brasil a sus vecinos regionales crecieron un 40%, una cifra por demás sorprendente.

Mientras el análisis económico tradicional señala que América latina es “fábrica” de commodities, hecho que le permitió sortear exitosamente la crisis de 2009 a partir de la acumulación de reservas generadas con la exportación de materias primas a altos precios, Brasil responde con argumentos más bien industriales.

Sucede que los envíos que hizo en la región tuvieron un fuerte basamento en la industria automotriz, que pasó de ventas por 3900 millones de dólares entre enero y septiembre de 2009 a exportaciones por 7400 millones en el mismo período de este año.

La poderosa industria automotriz brasileña–hay que aclararlo- tiene con la Argentina un modelo de complementación e integración productiva: por ejemplo, Brasil fabrica más volumen de autos chicos y la Argentina fabrica menos, pero de autos de más valor y más grandes (el Corolla de Toyota en Brasil; la Hilux en la Argentina).

En tanto, las ventas externas regionales de maquinaria y herramientas pasó en el mismo período de 2400 millones a 4200 millones y las previsiones brasileñas indican que cerrarán 2010 con ventas totales por una cifra muy cercana a los 200.000 millones de dólares.

América latina es, para Brasil, el mejor terreno de ensayo de su amada política industrialista. Mientras la región convalida su potencial, Brasil se prepara para una segunda ola de exportaciones –globales esta vez- con la que busca revertir un papel que parece predestinado a las economías latinoamericanas: las exportaciones de materias primas y la importación de manufacturas industriales.

lunes, 25 de octubre de 2010

La década de América latina

Justificar a ambos ladosMientras usted lee estas líneas América latina está siendo protagonista de un fenómeno histórico: la fortaleza de sus monedas frente a un dólar debilitado.

¿Qué explica este fenómeno? Descartadas las explicaciones macroeconómicas monocausales –y con cierto reduccionismo también- lo cierto es que las administraciones latinoamericanas hicieron muy bien los deberes y cuidaron mucho sus cuentas respecto de un Estados Unidos que hizo todo lo contrario.

Asimismo, toda vez que el dólar se va debilitando, los precios de las materias primas agrícolas (soja, maíz, trigo), industriales (cobre) y minerales (mineral de hierro) suben. Lo cual no deja de ser una excelente noticia para un subcontinente que tiene en su cartera estos commodities, aspirados por economías como las asiáticas que poco sintieron la crisis.

La duda de los “inversores” -más bien, los especuladores de los mercados que rondan husmeando por los activos cuyos precios hayan caído para comprar barato- es si esta situación es coyuntural, o llegó para quedarse por lo menos por un tiempo.

Los tomadores de decisiones -de las estratégicas, no de las oportunistas- se inclinan por la presunción de que la presente década “va a ser la de América latina”.

¿Qué sostiene esta premisa? Que las grandes olas de crecimiento sostenido vendrá por el lado de los mercados latinoamericanos, y por otra gran región olvidada: Africa.

Estados Unidos y Europa, en los próximos años, tendrán un crecimiento muy bajo, según sostienen los analistas. Europa podría estar más complicada aún: acostumbrados sus habitantes a un sistema de pensiones de “primer mundo” con jubilaciones a edades más tempranas, con una muy baja tasa de natalidad (menos trabajadores aportantes al régimen) y encima con una política migratoria restrictiva (menos trabajadores, en general), está frente a la necesidad de un mega ajuste estructural galopante.

Esto no es bueno para los que tienen a Europa como principal cliente de sus exportaciones. Los mercados latinoamericanos han aprendido que “varios huevos en varias canastas” en la mejor estrategia para no sufrir las oscilaciones violentas de las crisis externas.

La vinculación creciente de América latina a las economías asiáticas fue un aliciente en la crisis, y permitió fuertes tasas de crecimiento. No pocos economistas especulan con que así como Inglaterra “desarrolló” economías como la argentina a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, China hará lo propio en el siglo XXI.

Si las cuentas están en orden, si no se descuida, sobre todo, las políticas sociales (que distinguen también este presente latinoamericano), y si se capitaliza la experiencia para lograr advertir una posible repetición de errores pasados, nada parece poder quitarle a América latina su rol protagónico en esta presente década, y en las próximas.

jueves, 21 de octubre de 2010

El rol de las agencias de promoción de exportaciones

¿Cómo convencer a los distintos parlamentos de que reservar una partida dentro del presupuesto para las tareas de promoción de exportaciones es una inversión rentable?
Esta pregunta suele desvelar a los titulares de las agencias de exportación, que año tras año, deben refrendar sus argumentos sobre por qué es importante promover los productos argentinos en terceros mercados.
Es que para quien está en el tema del comercio exterior, es una verdad inobjetable que hay que diferenciar las ventas, buscar más mercados, “desprimarizar” las exportaciones, buscar clientes que aprecien el nivel de valor agregado que tiene la oferta propia, buscar esos nichos que por tamaño de mercado o por cultura son “desatendidos” por las grandes máquinas exportadoras mundiales.
Aún así, para el común de la población, exportar es un verbo lejano. Lo que hace que “promover” esa exportación sea algo todavía más lejano.
Consciente de la necesidad que tienen las economías latinoamericanas de desarrollar sus economías invirtiendo en innovación y tecnología para desarrollar productos con marca, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se propuso analizar el impacto que tienen las agencias de promoción de exportaciones latinoamericanas y cómo impacta, precisamente, en la performance exportadora.
Lo más interesante del estudio, realizado por Christian Volpe, fue notar cómo cada agencia se adapta el entramado productivo y empresarial de su país, y cómo otras se comportan de manera un tanto más espasmódica mientras recorren el camino hacia una coordinación más eficiente de sus esfuerzos de promoción.
“Los organismos de exportación de Chile, México, Colombia y Costa Rica tienen representaciones propias en el extranjero, mientras que otros países como Argentina, Perú y Uruguay recurren a sus respectivas embajadas y consulados. La apertura de una oficina de promoción de las exportaciones en el extranjero se traduce en un aumento de las exportaciones 5,5 veces mayor que el establecimiento de una nueva embajada o un consulado a cargo de esa tarea”.
Esta observación está incluida en el libro “Odisea en los mercados internacionales”, que se presentará en Buenos Aires el 2 de noviembre, en la sede del BID.
Volpe señala que en promedio los organismos de exportación de la región han generado exportaciones adicionales en 47 sectores económicos, mientras que las representaciones diplomáticas en el extranjero lo hicieron en sólo 12 sectores.
“Esto es especialmente cierto para productos con valor agregado, tales como zapatos o maquinaria especializada”, agrega el informe.
Confirmada entonces la eficiencia de las agencias de promoción de exportaciones en su función de “trampolín” hacia terceros mercados de las empresas (sobre todo, de las pequeñas y medianas), el BID evaluó resultados entre 2000 y 2007 en las tareas de difusión de productos que realizaron los organismos de Perú, Costa Rica, Uruguay, Chile, Argentina y Colombia.
En Perú, por ejemplo, la tasa de crecimiento de las exportaciones fue 17% más alta para las empresas que contaron con la asistencia de Prompex/Promperú. En Costa Rica, a su vez, las empresas que venden productos más sofisticados en el extranjero y que recibieron asistencia de Procomer mostraron tasas de crecimiento de las exportaciones y del número de países de destino 15% y 8%, respectivamente. Asimismo, en la Argentina, las pequeñas empresas que recibieron apoyo por primera vez registraron, en promedio, tasas de crecimiento de sus exportaciones 14% mayores.

jueves, 7 de octubre de 2010

Crecen los puertos de la región

Existen varios termómetros para medir la evolución económica de un país: variaciones en los índices de empleo; expectativas de inversiones y de los consumidores; niveles de stock y reposición de las grandes empresas de consumo masivo; ventas de autos…

Cuando se trata del comercio exterior, los puertos son el “mercurio” del intercambio entre los países. Recientemente, la Comisión Económica para América Latina (Cepal) presentó su informe sobre la evolución en el movimiento de los 80 principales puertos de contenedores.

De allí se desprende que la operación portuaria creció un 18,2% en el primer semestre de 2010 respecto de igual período de 2009. Y por si hubiera que “desestacionalizar” el indicador a propósito de la crisis mundial, el movimiento en relación con 2008 creció también, un 9,6%.

El índice que elabora la Cepal pondera las 80 principales terminales de contenedores latinoamericanas. Vale la pena aclarar que no todas tienen el mismo grado de eficiencia en operación portuaria en sí (antigüedad, número y tipo de grúas, que son las responsables de darle agilidad a la carga y descarga de buques) y de infraestructura de accesos terrestres y marítimos a las terminales.

Muchos puertos, sobre todos los de Brasil, demuestran en la actualidad peligrosos índices de congestión producto de un crecimiento económico más veloz que el de la infraestructura. Esto encarece el comercio de Brasil al hacer más lento los movimientos portuarios.

De hecho, Santos, que supo ser el líder portuario latinoamericano, fue superado por primera vez por los puestos de Panamá, tanto los del Pacífico como los del Atlántico. Estas terminales reflejan un buen número de movimientos a propósito del Canal que vincula el comercio entre Asia y la costa este de los Estados Unidos, e incluso entre las costas norteamericanas entre sí.

Las caídas en la actividad portuaria de Chile, por ejemplo, obedece al terremoto de febrero último. En otros casos, por la congestión de buques, o por la evolución económica interna, muy variable entre los países de América latina. Y otros crecen porque le “roban” carga a puertos vecinos, como pasó en los casos del brasileño Itajaí, el peruano Callao, el mexicano Manzanillo o el ecuatoriano de Guayaquil.

Los puertos panameños Colón y Balboa ocupan el primer y segundo lugar, respectivamente, con una variación del 11,5% para el primero y 33,6% para el segundo. Entre los dos operaron en los primeros seis meses de 2010 más de 2,4 millones de TEU, la unidad de medida que equivale a un contenedor de 20 pies.

En tercer lugar se ubica el brasileño Santos, que pese a mover un 1,2 millón de TEU y haber crecido un 17%, resignó su primer lugar. En cuarto lugar, con 800.000 TEU, aparece el puerto de Kingston, Jamaica. En este caso, no es tanto por el “comercio exterior” de Jamaica, sino por la decisión de las navieras de usar este puerto para los transbordos, por su excelente ubicación geográfica que permite una planificación más eficiente de los servicios.

El top ten se completa así: Cartagena, Colombia (10,5% de crecimiento); Manzanillo, México (38,9%); Callao, Perú (14,9%); Buenos Aires, Argentina (23,7%), y Guayaquil, Ecuador (73,3%).

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Del asado argentino a la carne del Mercosur

¿Era un lujo el ostentado por la Argentina el de ser el país con mayor consumo de carne vacuna por habitante? ¿O simplemente los más de 70 kilos que comía cada argentino anualmente era porque había más de 50 millones de vacunos en un país de 40 millones?

Lujo, o herencia cultural, cultivada por generaciones. El asado es uno de los drivers culturales que identifica la marca país argentina, con el tango, con el fútbol. La importancia de la carne, en la Argentina, es materia de Estado.

La Argentina resignó su lugar en el podio a manos de Uruguay. Los productores ganaderos dejaron de producir porque les resultaba económicamente más provechoso dedicarse a la soja que, aún con derechos de exportación del orden del 35%, dejaba más margen por hectárea que una ganadería con restricciones a las ventas externas de carne y pesos mínimos de faena.

El campo, protagonista de la última gran crisis política argentina, demostró todo su enfado con la intervención gubernamental. Liquidó vientres –llevar a las madres a la faena equivale a cerrar fábricas- y el rodeo vacuno argentino fue perdiendo de a millones sus cabezas de ganado (10 millones en los últimos años).

Días atrás se celebró en este escenario, en Buenos Aires, el Congreso Mundial de la Carne. Como en todo encuentro internacional de alimentos, fue inevitable la referencia al crecimiento de la población mundial, y dentro de ella, a la incorporación de millones de asiáticos a las clases medias más pudientes, con reemplazo de proteínas vegetales por animales (carnes) en sus dietas.

En Asia, el consumo de carne vacuna pasó en 30 años de 14 a 60 kilos por habitante, según cifras del organismo para la agricultura y los alimentos de las Naciones Unidas (FAO, en inglés). En países desarrollados, según cifras analizadas en el congreso de la carne, la ingesta es de 80 kilos por persona por año.

Es decir, no sólo el mundo deberá producir más soja para alimentar cerdos y pollos en Asia. Sino también más carne vacuna, allí donde esté el conocimiento, y la eficiencia. Una vez más, la Argentina, y el Mercosur en general, tienen el as en la manga: el bloque hoy produce el 40% de la carne vacuna de todo el mundo.

Visión y consenso parecen ser palabras clave. El productor ganadero argentino debería saber que si las políticas de corto plazo le ponen un techo a su rentabilidad, no debe salir corriendo a desmantelar su industria para conseguir mejores ingresos con la agricultura. Y el gobierno, a menos que pretenda convertirse en Ganadero, debería considerar un mejor diálogo con el sector privado.

La Argentina deberá comprender esto. O acordarse al menos, incluso cuando Brasil es ya el principal exportador y productor mundial de carnes, y Uruguay el que más consume en el mundo. Dejando podios y egos, es el Mercosur de la carne el que tiene una enorme posibilidad ante la dieta asiática con demanda cárnica en aumento.

¿Qué es si no la carne, más allá de granos con valor agregado?

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Una acelerada recuperación comercial

Finalmente los pronósticos de recuperación de la economía global son mejores de lo que se había proyectado a principios de año.

Es más, 2010, el año posterior a la peor recesión que la historia económica mundial recuerde, será también el año de mayor crecimiento interanual del comercio global desde 1950.

En su última revisión, la Organización Mundial del Comercio (OMC) elevó su estimación de crecimiento del comercio para 2010 a 13,5% justamente a propósito de una recuperación que resultó ser mucho más rápida de lo esperado.

En marzo, la proyección no era para nada desdeñable: se preveía entonces un crecimiento del 10% de los intercambios globales de mercaderías.

El director general de la OMC, Pascal Lamy, señaló que “el resurgimiento de los flujos comerciales es el sustento de la salida de una dolorosa recesión económica, y estimula la vuelta al trabajo de todo el mundo. Es, además, la prueba de la sabiduría de los gobiernos al rechazar el proteccionismo”.

Por supuesto que Lamy, al frente del máximo organismo global que realiza ingentes esfuerzos por liberar el comercio y desmantelar los subsidios cualquiera sean sus formas, denosta hoy un proteccionismo que defendió a rajatabla mientras se desempeñaba como comisario de Comercio en la Unión Europea, negándose sistemáticamente a bajar las ayudas económicas a la producción agrícola comunitaria.

Al margen de ello, las estimaciones de OMC señalan que las economías desarrolladas arrojarán una expansión del 11,5% del volumen de su comercio. En tanto, el mundo en desarrollo desplegará un incremento de los volúmenes intercambiados del 16,5%.

Este año será el de más rápido crecimiento interanual desde 1950”, indicó Lamy

Las razones de este vigoroso aumento del comercio residen en los estímulos fiscales que una gran mayoría de los países instrumentaron para paliar los efectos de la crisis en la demanda interna, y también en la necesidad de reposicionar y renovar los inventarios.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Perú lanza su marca país

No hay inversión –personal, empresaria, estatal- que se haga a ciegas, sin conocer los riesgos que implica la apuesta. Nadie inmoviliza una suma importante de capital desconociendo la rentabilidad que tiene esa inversión.

Con la inversión en la Marca País pasa algo parecido. Muchos países no se deciden a apostar por esta inversión en “intangibles” porque desconocen cuál será el rédito de los recursos fiscales destinados a promover imágenes nacionales asociadas a productos nacionales para generar recordación en terceros mercados.

Finalmente, los diversos organismos de promoción de exportaciones descubrieron la fórmula para detectar el retorno de cada dólar invertido en una misión comercial en el exterior o en cada campaña no tradicional de publicidad, como la que logró Nueva Zelanda al ceder sus espacios naturales para filmar la trilogía de El Señor de los Anillos.

Por ejemplo, la Fundación ExportAr, de la Argentina, descubrió que por cada dólar invertido en acciones de promoción de exportaciones se obtiene un retorno (exportaciones efectivas) de más de US$ 60.

Tal es así que ahora Perú se decidió finalmente a lanzar su propia Marca Perú en los mercados internacionales, según aseguró el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur).

El Congreso peruano aprobó un presupuesto de poco unos US$ 3,5 millones para comenzar a difundir la marca que identificará a Perú en todo tipo de eventos. A priori, parece poco, si se piensa que Colombia destina US$ 300 millones para posicionarse en el mundo, pero de a poco se empieza.

Ya para 2011 serán US$ 14 millones en tareas de promoción de la Marca Perú. ¿Cuáles serán las puntas de lanza que elegirá Perú para darse a conocer y dejar una marca indeleble en el ideario mundial sobre esta región andina, ubicada en el Pacífico Sur?

Sin dudas, deberá comenzar por su exquisita gastronomía, una marca registrada y todavía ignorada por los paladares del globo. Dar a conocer la gastronomía peruana será una herramienta de promoción de las exportaciones de alimentos peruanos que operará de forma exponencial. Piense, si no, en una feria de alimentos donde un gran stand permita degustar los frutos del mar preparados con el exquisito gusto peruano.

Prom-Perú, el organismo de promoción de exportaciones peruanas, midió que por cada dólar invertido en ferias internacionales se generaron US$ 40 por inversiones o negocios. La Marca Perú seguro ayudará a escalar esa cifra.

El salto de los recursos naturales al valor agregado

Agregar valor. Industrializar. Transformar una materia prima en un producto semielaborado. Fabricar productos “terminados”, con marca propia, fraccionados.

Estos conceptos que tan bien se ven en un manual de texto, y que tan lógicos suenan, continúa siendo el gran desafío de muchas regiones emergentes. En América latina hay varios exponentes de países que todavía no logran el salto industrial, o transformador en productos seriados de las materias primas, o commodities, sean ellas agrícolas, minerales o incluso industriales.

El trigo o la soja en la Argentina; el cobre en Chile; los minerales en Bolivia, son ejemplos de cómo pesan todavía en las cuentas públicas los recursos naturales.

No está mal contar con ellos y exportarlo. El problema es que no es sano para las cuentas del país porque son productos que están atados a un precio que se construye afuera, en los mercados de compra. Esto hace que la cotización oscile y, aún cuando el volumen aumente cada vez más, una crisis puede tirar por la borda la esperanza cifrada en la estrella de la economía de ese país.

Bolivia, por ejemplo, tiene una altísima dependencia de la exportación de recursos naturales que, para peor, no son renovables, según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), el organismo de promoción del comercio de Bolivia.

El ingreso de divisas del país andino depende en un 80% de recursos extractivos naturales no renovables como los minerales y el gas. Así, el récord de balanza comercial en Bolivia se da en años de precios internacionales “muy buenos” como 2008, cuando lograron un récord de exportaciones, y “muy malos” en años de crisis: el componente precio es clave en estos productos.

Chile, en su momento dependiente del cobre (que hoy sigue siendo clave en su economía) marcó uno de los caminos posibles en lo que hace a diversificación de exportaciones para no caer en la monodependencia. A Chile le funcionó la acuicultura del salmón, por ejemplo, y las frutas finas.

Bolivia deberá buscar su propio camino. Por lo pronto, elaborar una política de promoción de exportaciones y participación en ferias internacionales, y trabajar junto con el sector privado para encontrar las vías productivas que más competitividad puedan darle a los productos con algún agregado de valor.

Existen en el mundo distintos sistemas y esquemas de apoyo a países menos adelantados para favorecer su comercio. La Unión Europea, Estados Unidos e incluso Canadá cuentan con sistemas generalizados de preferencias (SGP) que eliminan los aranceles para una serie de productos procedentes para este tipo de países todavía no desarrollados.

Autoridades de Bolivia señalaron hay casi 2300 partidas arancelarias que gozan de arancel cero con Canadá, por ejemplo, de las que sólo se aprovechan 17; con Estados Unidos son alrededor de 3000 productos, pero sólo se exportan 333 bajo el régimen.

No siempre el mundo desarrollado le baja los aranceles a los productos que un país emergente más quiere exportar. Pero también están disponibles programas internacionales de apoyo a las pequeñas y medianas empresas (pymes) justamente para aprovechar esos programas y generar nueva oferta.

Uno de ellos, de los más importantes, es el de la Unión Europea AL-Invest, un programa de cooperación que incluye capacitación para acceder a normas de calidad necesarias para exportar, y prepara incluso a las empresas para aplicar y acceder a los programas de crédito.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Ecuador camino a ser una tienda gourmet

Ecuador está logrando ver los frutos de los esfuerzos hechos por mejorar su oferta exportadora y conquistar nuevos mercados con productos no tradicionales, es decir, aquellos que no derivan del petróleo.

Un análisis aparte merece la evolución política, o simplemente los cambios de los signos políticos por los que atravesó este país andino, tanto como sus vecinos, que oscilaron de la apertura liberal sin miramientos como única vía para generar riqueza y desarrollo a una concepción más cercana a la presencia necesaria y rectora del Estado en la economía de todos los días.

La exportación, como política de Estado, y el comercio exterior como mecanismo propiciatorio para el desarrollo de un país, debe cumplir con una serie de características: una buena porción de productos cuyo éxito en la colocación no depende de la “estacionalidad”; una canasta exportable con muchos productos susceptibles de ser colocados en el exterior; un mix empresario donde la exportación no sea un “negocio de ocasión”; no depender de la situación cambiaria de la moneda local frente al dólar; muchos mercados para minimizar los riesgos proteccionistas, y continuidad a través de los años.

Como muchos países latinoamericanos, las exportaciones del Ecuador en los primeros meses de 2010 también arrojaron un crecimiento superior al 12%. El dato más importante, según la Corporación de Promoción de Exportaciones e Inversiones (Corpei) ecuatoriana, es que las ventas externas crecen de forma continua desde 1999.

Ecuador superó también con éxito un 2009 que afectó a los principales mercados de exportación de América latina: la Unión Europea y los Estados Unidos. De allí la importancia a futuro de desarrollar nexos con el Asia (totalmente indemne frente a la crisis financiera y comercial de 2009) y Africa, un nicho todavía desconocido.

Fruto de la diversificación de productos exportados, el Ecuador pasó de 1650 productos comercializados en el exterior a principios de la década de 2000 a más de 3100 en una década.

Entre los que ayudaron a dejar de depender al país de las ventas petroleras se encuentran las flores, el cacao, los camarones, las bananas, las verduras y el café. Y cuando se trata de alimentos, muchas son las opciones para innovar, diversificar, agregar valor y generar inversiones: orgánicos; certificados bajo las normas de comercio justo; deshidratados; liofilizados; congelados; fraccionados…

Ecuador, como otros de sus vecinos, tiene mucho para convertirse en una nueva tienda de alimentos gourmet en el mundo.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Sobrecostos logísticos

La naturaleza del transporte es estar en movimiento. Cualquiera sea el modo del que se hable –barco, tren, camión, avión- siempre y cuando esté en movimiento genera facturación. Por definición, si está parado, pierde plata.

De Brasil, por ejemplo, se habla mucho de lo bien que está su economía, de cómo el mundo ve a una economía latinoamericana en franco crecimiento y como potencia mundial indiscutida en cuatro décadas. Pero muy poco trasciende sobre los colapsos logísticos que sufre esta economía recalentada a la cual la infraestructura no logra alcanzar.

Los barcos no se están deteniendo en el transitado puerto de Santos y la carga que debían dejar allí la bajan en Montevideo o en Buenos Aires. Y esto es porque los barcos, esperando, pierden plata. Lo mismo que los camiones que deben hacer kilómetros de cola para llegar al puerto: cobran por viaje, y si la rotación incluye pocos viajes, los ingresos son bajos.

Esta situación se repite en el mundo en desarrollo, y es una crisis de crecimiento. Recientemente, el gobierno peruano calculó que los sobrecostos logísticos implican una pérdida de 400 millones de dólares.

Un sobrecosto en la exportación le quita competitividad a ese producto y lo encarece en terceros mercados. En la importación, lo sufre el consumidor pagando más de lo necesario.

Para que la cadena logística fluya, y los servicios intermedios (despacho de aduanas, transporte, almacenamiento) tengan precios competitivos porque su renta estará en el volumen –y no en la saturación de la cadena- son los Gobiernos los que deben tomar la decisión política de priorizar la logística en sus agendas, informatizar sus reparticiones y simplificar la burocracia del comercio exterior.

Estas medidas, de corto plazo, deben suponer además una estrategia de “canales” para agilizar y dar vía rápida con infraestructura adecuada a las mercaderías que entran y salen de los países.

Por ejemplo, en la Argentina, duerme desde 1998 en los cajones de los escritorios de los despachos del Congreso el Proyecto Laura, un programa de modernización de la infraestructura del transporte terrestre que contempla la necesidad (y las ventajas conexas) de construir 13.500 kilómetros de autopistas inteligentes, libres de peajes, hasta 2020, a razón de 1300 kilómetros por año (hoy se hacen 26 kilómetros anuales).

Algunos de los beneficios: 20% de ahorro de flete; un 30% menos de tiempo de tránsito de camiones a partir de la posibilidad de utilizar bitrenes (camiones con 150 toneladas de capacidad); ahorro de 500 millones de dólares sólo para la producción agrícola.

Y la pregunta es la misma que surge ante las grandes revoluciones estructurales que enfrentan las administraciones públicas: ¿Cuál es el costo de no hacerlo?

martes, 31 de agosto de 2010

La espalda occidental de Chile

La estrategia de Chile en materia de comercio exterior amenaza con virar fuera de la región. Aparentemente, la política chilena se desencantó de las medidas de protección de mercado interno que aplican tanto Brasil como la Argentina.

Brasil, la principal economía latinoamericana –y relativamente cercana a Chile- es el quinto destino de las exportaciones chilenas, donde no llega a embarcar ni el 5% de todas sus exportaciones.

Con la Argentina, con quien comparte una frontera de las más extensas del mundo, el intercambio es exiguo y no refleja el potencial natural tanto económico como geográfico: las ventas a la Argentina desde Chile no llegaron ni siquiera al 2% de las exportaciones chilenas en 2009.

¿Por qué se da esta situación? Porque hay dos formas de encarar la política externa: en Chile, todo se subordinó a la apertura comercial y a la baja progresiva de absolutamente todos los aranceles de importación; Brasil y la Argentina subordinan, con sus matices, las políticas externas a un desarrollo concebido sobre todo a partir de sus propios mercados internos.

El mínimo mercado interno de Chile hizo que los gobiernos de los últimos 30 años buscaran al mundo como cliente y proveedor: hoy, 57 tratados comerciales que involucran al 60% del planeta resumen el resultado de esa política.

Pero, aunque no lo quiera, Chile necesita de la Argentina y de Brasil para maximizar la internacionalización de su economía por una sencilla razón: su magra producción no es suficiente para disfrutar de todas las ventajas negociadas.

En numerosísimas ocasiones el batallón oficial de promoción de exportaciones de Chile, la oficina Pro Chile, salió a vender al país como plataforma final de despegue. Ofrecía, en síntesis, dar un último “retoque” en Chile a productos semiterminados de la Argentina y Brasil para que, cumpliendo con la regla de origen, salieran desde Chile para entrar sin trabas ni mayores impuestos en mercados que imponen barreras a productos originarios de Brasil y la Argentina.

La reticencia, tal vez cultura, de sus vecinos “occidentales” hizo que Chile se volcara al Pacífico y tiene en las potencias asiáticas el 35% de su cartera de negocios internacionales (entre China, Japón y Corea). Es más, podría lograr que la nueva estrella de la economía latinoamericana, Perú, se transforme en un aliado impensado si e considera el turbulento pasado político que comparten ambos países andinos.

jueves, 26 de agosto de 2010

América latina y el cardumen de los capitales


Esta vez no le tocó a América latina sufrir los aleteos de mariposas en lejanas latitudes. La leve contracción de 1,8% en 2009 evoluciona este año hacia un 4,8% según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional.


Algunos de los que arrojarán crecimiento serán la Argentina con un 6%; con un 7,1% estará Brasil; 4,7% para Chile; 2,3% para Colombia; 4,5% para México, y 6,3% para Perú. Venezuela, en cambio tendrá crecimiento pero negativo.


¿Qué lectura emerge de estos datos? Que América latina es la región de mayor crecimiento detrás de Asia luego de la crisis. Es reservorio, entonces, del potencial para la recepción de la liquidez que huye del mundo desarrollado (sólo Brasil, en 2009, recibió 26.000 millones de dólares de inversión extranjera directa), y no necesariamente compite por los mismos capitales con el Lejano Oriente o con el Oriente Petrolero: cada uno puede explotar factores económicos y productivos diversos pero complementarios: mano de obra abundante y (todavía) barata en Asia; el (todavía) insumo clave para cuanto proceso industrial requiera energía en el caso del Medio Oriente; commodities agrícolas e industriales (todavía) abundantes.


Decimos todavía por una razón: las economías y el comercio globales se hacen cada vez más sensibles a los cambios abruptos de los fundamentals, se hacen cada vez más hostiles a las crisis.


¿Qué puede pasar cuando en China exploten los reclamos respecto de las condiciones laborales? ¿Y en los países ricos en petróleo, cuando el mundo acuerde en que el uso de combustibles fósiles acelera los inevitables y perjudiciales efectos del cambio climático? ¿Y cuando la sustentabilidad agrícola sea avasallada definitivamente por un interés meramente rentable de la tierra (en la Argentina, el 75% de la superficie está sembrada con oleaginosas y el 25% con cereales cuando lo ideal es exactamente lo contrario)?


Claro que un mundo que sale de la crisis no se preocupa por estos efectos de largo plazo. El corto plazo es fortalecer la cadena de pagos donde se debilitó, motorizar (desde el Estado si hace falta) el consumo interno para mantener los puestos de trabajo con alguna dosis de proyección, políticas crediticias que subsidien la colocación de productos en el exterior para generar las divisas que ayuden luego a hacer girar la rueda de nuevo…


El mundo se volvió más competitivo, y más competidor por esos capitales que se mueven como cardumen: fluyen todos violentamente y a la vez donde encuentran alimento, y escapan de la misma manera ante la primera señal de amenaza

viernes, 20 de agosto de 2010

La desdolarización del Mercosur

El uso de monedas locales en las transacciones de comercio internacional en la región crece, a paso lento, propio de las asimetrías bilaterales, los distintos marcos normativos y la disparidad de instituciones.

Tal es el caso de los principales socios del Mercosur, Brasil y la Argentina, que instrumentaron hace dos años el SML, sistema de pago en monedas locales, es decir, el uso del real y del peso para las operaciones de exportación e importación, en reemplazo del dólar.

Tal como señalábamos con el uso del Sucre, recientemente adoptado por Ecuador para el comercio con países del ALBA (integrado por Ecuador, Venezuela, Cuba, Bolivia, Honduras y Nicaragua), Brasil y la Argentina intentan imponer este sistema. En el último año, el comercio bilateral desdolarizado se incrementó un 20%.

El crecimiento es importante, pero la velocidad es lenta: sólo el 8% del intercambio utiliza este sistema de clearing entre los bancos centrales de Brasil y la Argentina.

Se sabe que en Brasil el apoyo “psicológico” al real es importante, en desmedro del dólar. Pero la historia financiera de la Argentina “adoptó” la divisa norteamericana y “piensa” en dólares. La credibilidad en las instituciones y en el plan de Gobierno, a uno y otro lado de la frontera, explican a veces esta situación.

¿Qué se pretende con este mecanismo? Minimizar los costos de la intermediación bancaria y dar otro paso más de los tantos que se intentan dar en una mayor integración regional, esta vez, en el plano financiero.

Los otros pasos que pueden esperarse: la integración del resto de los socios del Mercosur a la iniciativa de pago en monedas locales, y un mercado de capitales comunitario que supere los créditos de la banca nacional de desarrollo.

Un signo de madurez del Mercosur: no pensar en una moneda común, a la europea. Es preferible dar pequeños y lentos pasos, testear qué tan operativo es, y no gastar energías en megaproyectos, políticamente redituables, pero operativamente improbables.

martes, 17 de agosto de 2010

Fuerte inversión en puertos

La industria naviera, así como la de administración de terminales de contenedores, tiene un alto grado de concentración global. Por esa razón, en América latina se encuentran también presentes los principales operadores privados de puertos de todo el mundo.

Entre ellos se cuentan Port of Singapur Authority (PSA); Hutchinson Port Holdings (HPH), de Hong Hong; APM Terminals, de Dinamarca; Dubai Port World (DP World), de Emiratos Arabes Unidos, e International Container Terminal Services (Ictsi), de Filipinas.

Precisamente este último operador anunció que invertirá nada menos que 600 millones de dólares en inversiones portuarias, para los próximos dos años, en tres países de América latina.

Entre ellos, se cuentan la inversión en marcha en el puerto La Plata, provincia de Buenos Aires, Argentina, bajo el nombre de Tecplata, que será la terminal más moderna del país, con un plan de inversiones por más de 250 millones de dólares, que realizará Ictsi en sociedad con Loginter, una empresa de operaciones logísticas.

En Colombia, la apuesta será en el puerto de Buenaventura, terminal ubicada sobre el Pacífico, al que el gobierno colombiano pretende transformar en puerto multipropósito, con un plan maestro a 20 años e inversiones del Estado por 450 millones de dólares para montar la infraestructura adecuada que luego operará en concesión Ictsi.

Por último, en México, los fondos irán al puerto de Manzanillo, un predio enorme de casi 440 hectáreas con 19 muelles de atraque para buques portacontenedores, de carga líquida (hidrocarburos) y cruceros.

Esta región está creciendo muchísimo”, dijo en declaraciones a la prensa especializada el gerente de Ictsi para la región, Enrique Razón.

De hecho, América latina se mantuvo firme frente a los coletazos de la crisis de 2008/2009 y demuestra su potencial de emergente. Por otra parte, sus necesidades de inversión en infraestructura para el comercio exterior están a la orden del día.

martes, 10 de agosto de 2010

Un gran paso dado por el Mercosur

El costado más golpeado y olvidado del Mercosur, el de la integración comercial y aduanera, se dio revancha con la firma del Código Aduanero del Mercosur, marco normativo que le da entidad al bloque.

El Mercosur fue llamado a ser, desde principios de los 90, una unión aduanera. En la práctica, implica un único territorio y una única frontera a los efectos del comercio exterior, tributación de impuestos y circulación de las mercaderías importadas extrazona.

Sea por las asimetrías, sea por los profundos valles políticos que debió atravesar la historia del bloque económico del sur, nunca se logró acordar este compendio jurídico. Y el Mercosur sólo fue una zona de libre comercio, con matices, y una unión aduanera imperfecta de hecho.

El hecho de no ser una unión aduanera fue uno de los argumentos preferidos por la Unión Europea (que sí es un territorio único, e incluso cuentan con monedas e instituciones comunitarias) para imponer condicionamientos a la firma del tratado de asociación integral entre los dos bloques, que crearía la zona de comercio libre de aranceles más grande del mundo.

Europa argumentaba, más de una vez, que no se estaba sentando a negociar con un par. Justamente porque el Mercosur no tenía la institucionalidad básica de un bloque uniforme: la de ser una unión aduanera.

Hasta ahora, si se importaba un producto de Francia, el arancel se cobraba en el puerto de entrada. Pero si desde allí se transbordaba a otro país miembro del bloque, el arancel se pagaba una segunda vez. La doble tributación, como se llama al doble cobro del arancel externo común (AEC), era una de las anclas en la evolución mercosuriana.

Seis años pasaron desde el impulso por un Código Aduanero del Mercosur. Y la firma llegó en la pasada cumbre de presidentes del bloque en San Juan, Argentina, que tuvo lugar el 2 y 3 de agosto.

Y a partir de 2012, desaparecerá el doble cobro del arancel. Otro gran avance fue el acuerdo logrado en materia de distribución de la renta aduanera. Si el arancel se cobraba dos veces era por una razón: los principales puertos de entrada al Mercosur están en Brasil, y en menor medida en la Argentina y Uruguay. Si Paraguay no cobraba algún tipo de arancel por importaciones con destino final en su plaza, sus ingresos fiscales se verían duramente comprometidos.

El Mercosur dio un gran paso adelante. Y por primera vez en mucho tiempo, el debate político dio sus frutos prácticos

miércoles, 4 de agosto de 2010

Desafíos logísticos en Brasil

Brasil, como China e India, atraviesa por una “crisis de crecimiento”. Enfrenta una serie de problemas y desafíos propios de una potencia que emerge.

Los tres países sufren de un mismo mal: el desarrollo de sus infraestructuras logísticas avanza a un paso mucho más lento de lo que lo hace su comercio exterior.

Y es común ver en los tres serias congestiones en los nodos logísticos críticos de las operaciones de comercio internacional.

Por caso, no pocas líneas marítimas plantean cargos extras (que imponen) en puertos con alto movimiento. Y esto es porque para los buques, que son verdaderas economías de escala, estar detenidos, o parados, equivale a perder plata. Son unidades económicas que generar plata cuando se mueven.

Pero pasa en los puertos, y en los aeropuertos también. Recientemente, se hizo pública la noticia de que el aumento exponencial de las importaciones por vía aérea en el principal aeropuerto del país (Guarulhos, en San Pablo) dejó en evidencia una vez más el déficit estructural de la falta de espacios de bodega, incluso refrigeradas, que ralentizan toda la cadena logística.

Y en logística, una demora en tiempos significa un aumento de los costos. Y todo aumento de costos se traslada: en el caso del importador, al consumidor final (aunque se trate de un repuesto de una máquina, todo lo termina pagando el consumidor); y en el caso del exportador, en menores márgenes de rentabilidad y en un activo invaluable en el comercio: la confiabilidad por parte de sus clientes en el exterior.

Para darse una idea, en San Pablo, el costo del almacenamiento (y la amenaza siempre latente de la pérdida de mercaderías) equivale al 1% del valor de la mercadería importada por un plazo de cinco días, y es progresivo.

Cabe recordar que las operaciones por vía aérea, por la naturaleza del modo de transporte, incluyen a las mercaderías críticas en un doble sentido: tienen un altísimo valor unitario y/o son críticas en la línea de montaje o producción de una industria particular.

La velocidad de todos los andariveles logísticos debe ser pareja. De lo contrario, la ineficiencia se hace presente, y con ella, mayores costos y dolores de cabeza.

viernes, 30 de julio de 2010

La apertura del Uruguay, con ojos del Mercosur

El grado de apertura comercial de Uruguay, es decir, la participación de su comercio exterior sobre su producto bruto, se encuentra en el orden del 60%, y continúa en expansión desde 2003.

La afirmación surge de la economista Rosa Osimani, autora de uno de los capítulos de la investigación “Apertura, instituciones y crecimiento”, realizada en el marco de la Red Mercosur, denominado: “Apertura comercial y crecimiento económico: evidencia del caso uruguayo de los últimos 30 años”.

En una entrevista con el diario uruguayo El País, la economista resumió los principales movimientos comerciales que adoptó el mercado uruguayo en las últimas tres décadas, que pasó de la apertura de los 70 en desmedro de la industria nacional, con liberalización de las barreras arancelarias hasta la entrada en vigor del Mercosur.

Es interesante analizar la situación del Uruguay, una economía con un mercado interno chico que naturalmente lo obliga a pensar en la inserción internacional de sus productos y servicios como vía de desarrollo.

¿Qué hubiera pasado si el Mercosur no hubiera existido en la historia económica del Uruguay? Objetivamente, su desarrollo no hubiera sido el mismo, así como tampoco el de ningún otro de los países miembros.

Por caso, de 2002 a esta parte, el intercambio entre los dos principales socios (la Argentina y Brasil) se multiplicó por cinco. Uruguay, como Paraguay, no habrán tenido tal vez los macro números de sus vecinos mayores, pero su crecimiento fue exponencial de la mano de la flexibilización del comercio intrazona con el nacimiento del Mercosur.

El bloque, es cierto, no cumplió su cometido de transformarse en una unión aduanera. Prueba de ello son las perforaciones y excepciones permanentes al arancel externo común (AEC), la proliferación de licencias de importación y, en el caso argentino exclusivamente, la presencia de derechos de exportación diferenciados entre productos elaborados y materias primas, que esconden un subsidio a los primeros.

Estas situaciones (el estancamiento del bloque en sí, y sobre todo de sus negociaciones multilaterales, entre ellas, la más importantes es sin duda con la Unión Europea) motivaron no pocas veces el debate sobre la viabilidad y necesidad del Mercosur.

José Serra, el candidato a presidente de Brasil opositor a Lula, agitó la polémica al indicar que a los empresarios del su país (aunque seguro se refirió de los de San Pablo, Estado del que fue gobernador) no les sirve el Mercosur, y que Brasil debería independizarse en su comercio exterior y avanzar en negociaciones bilaterales.

El Mercosur es, sobre todo hoy, un concepto firme con una realidad endeble. Cabe preguntarse si para una economía naturalmente abierta como la uruguaya, no le conviene explorar caminos bilaterales del comercio.

En este escenario, y sólo como discusión filosófica, cabría analizar la capacidad de negociación de una economía relativamente chica con un mercado como el europeo o con los Estados Unidos. Incluso con India y China.

Seguramente, toda vez que Brasil ralentiza las negociaciones comerciales al defender su industria, Uruguay puede morderse los labios pensando en la oportunidad que se está perdiendo en alimentos (lácteos y carnes, por ejemplo).

El Mercosur todavía es joven. Como la mayoría de las economías latinoamericanas, aún con 200 años de historia.

Señala Osimani: “A partir de la creación del Mercosur en 1991 continuó la tendencia creciente con un gran aumento en el coeficiente de apertura, que registró niveles superiores a la etapa anterior. En 1997 se dio el máximo coeficiente de apertura de la década del noventa, llegando a 53 % (…) La salida de la crisis del 2002 fue muy rápida. Desde entonces el coeficiente de apertura presenta un nuevo escalón y un nuevo récord llegando a 63% en 2007.”

Y concluye: “La globalización hace que el ámbito de competencia de las empresas uruguayas sea cada vez más el mundo. Si bien la apertura tuvo como consecuencia costos de reestructuración en algunos sectores, con pérdidas de empleo, este proceso ha exigido que a nivel local se hagan procesos de capacitación e innovación y de incorporación de ciencia y tecnología. Hoy los sectores más innovadores y con mayor incorporación de progreso tecnológico son los que están capacitados para adaptarse a las formas de competir que se dan en el mundo globalizado”.

miércoles, 28 de julio de 2010

América latina no ve la “I” en BRIC

No es un problema de una economía latinoamericana puntual, sino un número que engloba un desconocimiento comercial que si no se resuelve será una condena para el desarrollo económico de la región: sólo el 0,9% de las exportaciones de América latina van a la India.

Es cierto, el apetito chino por las commodities agrícolas e industriales (cereales, oleaginosas y minerales) lejos está de saciarse –hacia allí van el 3,8% de las ventas externas latinoamericanas-, que ya aparece otro mercado de condiciones similares, sobre todo, de hambre de materias primas.

Pero mientras China sigue siendo la sensación, América latina todavía no puso el ojo en la “I” del BRIC, sigla ideada por el banco de inversión Goldman Sachs para referirse a cuatro economías (Brasil, Rusia, India y China) que comparten un gran tamaño, una economía emergente y un futuro llamado al desarrollo como potencias comerciales hacia 2050, o antes.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) indicó recientemente que India cuenta con todas las demandas típicas para movilizar la economía latinoamericana, que básicamente reside en su mercado de 1100 millones de habitantes.

A diferencia de China, India es una democracia, la más grande del mundo. Esto pudo, en algún momento, demorar las reformas clave para hacer valer todo su peso en la balanza mundial. Pero India hizo su proceso de apertura en los 90, 20 años más tarde que China. Y ahora cosecha.

Según el BID, India todavía no está en el radar latinoamericano en un siglo llamado a ser “el de Asia”, en el que América latina no puede darse el lujo de ser el gran ausente.

A diferencia de lo que sucede China, con India no existen servicios marítimos directos, lo que encarece el comercio bilateral y los tiempos de tránsito. “Una reducción en los fletes del 10% impulsaría las importaciones desde India en el orden del 46 y 47 por ciento para Chile y la Argentina, respectivamente”, destacó el BID.

Pero es tarea de los gobiernos iniciar el cortejo correspondiente, porque se trata de un intercambio bilateral (entre India y la región) sensiblemente “arancelado”: las manufacturas de origen agroalimentario latinoamericanas enfrentan aranceles en India de un 65% como mínimo, más de cinco veces de los 12,5% promedio que tiene China.

Cabe aclarar que, con motivo del conflicto que mantiene la Argentina con China que devino en un cese de los embarques argentinos de aceite de soja (es el principal exportador mundial del producto que, a su vez, es el principal producto de exportación nacional), la India se transformó en el primer comprador internacional del aceite de soja argentino.

Sólo la Argentina, y sin contar los otros países de la región, tiene una capacidad productora de alimentos con potencial para alimentar 400 millones de habitantes.